Había una vez una niña llamada Melisa, ella vivía en México era una niña muy honesta, tranquila y muy obediente.
Ella vivía con su papá, su mamá y su hermano. Su papá llamado Roberto era un señor muy educado, honesto y trabajador. El trabajaba en una frutería. Su mamá llamada María era muy buena, ayudaba a muchas personas necesitadas, era muy comprensible pero sobre todo era muy legal.
Ella trabajaba de enfermera en el IMSS y disfrutaba mucho su trabajo pues así podía ayudar a la gente a sentirse mejor cuando está enferma.
Su hermano llamado Ricardo era igual que Melisa muy tranquilo, honesto, estudioso y obediente. El era abogado.
Ellos vivían en una comunidad muy tranquila con acepción de una vecina muy problemática llamada Ana, ella era una persona muy mala. Nunca pagaba la luz, ni el agua ni otro servicio público. La luz se la robaba, el agua igual.
Al ver esto Roberto y María hablaron con Ricardo para ver que posible solución podría tener este problema el cual no solo afectaba a toda la comunidad si no que también a sus hijos a los que les estaba poniendo muy mal ejemplo pues estaban siguiendo los pasos de su mamá.
Entonces al ver esto levantaron una denuncia y las autoridades muy atentas los ayudaron.
Ana les decía que hicieran lo que quisieran pero que a ella no le podían hacer nada, uno de los policías dijo pues yo pienso que mejor dejen a la señora, no gasten su tiempo en cosas absurdas que no afectan a nadie. Otro policía dijo pues yo no pienso igual este es un delito el cual se tiene que castigar y tu compañero pensé que podíamos confiar en ti y no ahora me doy cuenta que eres un corrupto, ahora les puedo asegurar que no me quedare con las maños cruzadas y mandare arrestar a estos dos corruptos uno por ilegal que acepto una mordida sabiendo que es un delito y ella por robo a la comunidad.
Ella se reía pero ni eso la salvo se los llevaron a la cárcel y todos vivieron felices y contentos.
Fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario